Tras el caos de la semana pasada, los gremios ferroviarios (La Fraternidad y Unión Ferroviaria) han decidido suspender provisoriamente las medidas de fuerza anunciadas para esta semana, abriendo una ventana de negociación con la Secretaría de Transporte. La decisión llega luego de que el Gobierno dictara la conciliación obligatoria y ofreciera una mesa de diálogo para discutir un bono compensatorio de fin de año, aunque sin reabrir paritarias formales por ahora.
La tregua es frágil. Los líderes sindicales advierten que si no hay una oferta concreta de recomposición salarial antes del viernes, podrían retomar los paros sorpresivos e incluso amenazan con una huelga total de 24 horas para el 24 de diciembre, lo que dejaría a miles de familias sin poder movilizarse para la Nochebuena. La base de los trabajadores presiona a las cúpulas: el salario ha perdido contra la inflación de servicios y el malestar es palpable en los talleres.
El Gobierno juega a ganar tiempo. Apuesta a que el pago del aguinaldo descomprima el conflicto y utiliza la amenaza de privatización y despidos como herramienta de disciplinamiento. “El tren que para, tren que se privatiza más rápido”, deslizan desde la Casa Rosada.
Para el usuario del AMBA, la incertidumbre es total. Depender del tren para ir a trabajar o visitar familia se ha vuelto una lotería. La app de Trenes Argentinos es la más consultada cada mañana, buscando alertas de demoras que ya son parte del paisaje urbano.









