La victoria legislativa ha envalentonado a los sectores más puristas de La Libertad Avanza, que ahora presionan por una fusión total con el PRO bajo la conducción indiscutida de Javier Milei. La tesis que circula en la Casa Rosada es que la marca “Juntos por el Cambio” ya caducó y que el electorado de centro-derecha ya eligió su nuevo liderazgo. “O se suman al tren o se quedan en el andén”, grafican los asesores presidenciales, sugiriendo que el macrismo debe disolverse dentro del movimiento libertario.
Esta postura choca de frente con la estrategia de Mauricio Macri y los gobernadores del PRO. Ellos defienden la identidad partidaria y proponen una coalición de gobierno formal, al estilo europeo, donde se respeten las estructuras y se consensuen las políticas públicas. Macri advierte que el Gobierno aún tiene déficits graves de gestión operativa y que despreciar la experiencia de sus cuadros técnicos sería un error fatal para la segunda mitad del mandato.
La tensión se manifiesta en el Congreso y en el Gabinete. Mientras Patricia Bullrich actúa como la garante de la fusión en la práctica, integrando sus equipos plenamente, otros sectores del PRO amenazan con mantener su autonomía legislativa si no son tratados como socios pares. La discusión de fondo es por el armado de las listas para 2027 y el control territorial en distritos clave como la Ciudad de Buenos Aires.
El verano servirá para enfriar o detonar esta relación. Se espera una cumbre en el sur entre el Presidente y el ex mandatario para definir las reglas de juego del 2026. Si hay acuerdo, nacerá un nuevo partido hegemónico de derecha; si hay ruptura, el oficialismo podría perder su mayoría automática en el Congreso, complicando la agenda de reformas.









